En iPhone no es compatible con pantalla completa u.u
Ese día estaba muy acelerada, tenía muchas cosas en la cabeza, faltaba poco para graduarme de la academia de Luciérnagas y no iba a tener mucho tiempo de celebración, porque a los pocos días tendría la prueba de postulación a Guardiana de la Luz. ¡Tenía mucho por hacer!
Mi objetivo siempre había sido ese, ser Guardiana de la Luz, para así llevar esos lindos trajes blancos, ir a misiones al espacio exterior, pelear con mis fabulosos poderes. Pero lo más importante siempre fue el querer proteger a mi mundo, mi amado Luacesla. Ya que eran tiempos difíciles a niveles estelares, y mi planeta, el más hermoso de todos los que existen, no iba a ser destruido sin que pasaran delante de mí, así me sentía en ese momento.
En mi planeta somos muy fuertes y siempre nos han envidiado, porque tenemos habilidades muy diversas que hace que sea muy difícil meterse con nosotros. Tenemos una gama de variedad de cristales sagrados increíble y esto, además de los portales que nos dan acceso a diferentes planos del universo, es muy codiciado por otros planetas. Estas tres cosas hacen que estemos en la mira de la La Orden del Cosmos que nos han descrito de la siguiente manera:
Los Luaceslianos son una especie de seres muy fuertes, estrictos con sus leyes y con grandes ideales que siempre llevan a cabo. Pero esto mismo los hace caer en el egocentrismo y suelen pasar a llevar a sus otros compañeros estelares. Estaremos pendientes del avance que tenga su civilización.
La Orden del Cosmos es un grupo de guardianes provenientes de diez galaxias que se preocupan de mantener el equilibrio y armonía con y entre ellas. Son muchos guardianes y no se sabe exactamente dónde está ubicada su sede, pero se cree que es en un plano del universo poco accesible. Cada cierto tiempo llega una comisión de ellos a nuestro planeta y hacen reuniones con los guardianes o caballeros cristales de mi mundo. Una de las cosas que les llama la atención de nuestra civilización es que nosotros nos sub-catalogamos de acuerdo a nuestras habilidades físicas y mentales. Los Luaceslianos nos dividimos en Luciérnagas, Cristatónicos y Perforadores.
Físicamente todos en mi planeta solemos tener los cabellos blancos o rubios muy pálidos, pieles claras y ojos de diversos colores. Los hay azules, celestes, verdes en todas su gamas, violetas, grises, rosados. El color de ojos, nuestra contextura y el tipo de ropa que nos gusta llevar puede revelar un poco sobre nuestras habilidades.
Las Luciérnagas somos quienes tendemos a ser los más fuertes físicamente, aunque no lo parecemos, ya que, algunos nos vemos bastantes “frágiles”. Sucede que nuestros cuerpos, independiente del tamaño, son mucho más resistentes a grandes golpes, bajas o altas temperaturas, que el promedio de los Luaceslianos. Por lo que la naturaleza nos dotó con la capacidad de poder crear, es decir transmutar elementos a nuestro antojo. Dentro de las mismas Luciérnagas nos clasificamos de acuerdo a la cantidad de energía que podemos manipular a través de nuestros cuerpos, mientras mayor es la energía, menos controlable es. Es por esto que Luciérnagas de bajas energías generalmente son buenos artesanos, arquitectos, porque pueden materializar elementos muy complejos, así como cerámicas, mármol, metales, químicos, etc. Mientras que las Luciérnagas que tenemos grandes energías somos buenas para materializar elementos más simples, pero más potentes. Como el mío que es materializar a lo que yo le llamo viento plasmático, una especie de flujo electrizante y que me ayuda tanto como de escudo como para attack. Y todas las Luciérnagas tenemos una de las habilidades más codiciadas de todas: volar.
Los Cristatónicos tienen una conexión muy grande con los cristales sagrados. Los cristales sagrados son los objetos en los que están codificadas grandes cantidades de información y no son muy fáciles de descifrar. Es por esto que los Cristatónicos tienen su inteligencia lógica muy alta y grandes poderes mentales. Existen dos poderes mentales muy marcados, una es la habilidad de Domador, la cual es manejar la mente de otros, desde crear cualquier sensación física sobre un tercero, y los domadores más fuertes que incluso podrían controlar todo tu cuerpo y pensamientos. La otra habilidad es la de Telépata, quienes pueden leer los pensamientos de otros e incluso hablarte a través del pensamiento. Generalmente, los telépatas no suelen decir que lo son, ¿porque quién quiere estar con alguien que pueda saber todos tus secretos? Como sea, los cristatónicos no podrán volar por sí mismos, pero son tan inteligentes que pueden crear sus propias armaduras que les permite hacerlo de diversas formas, aparte que son la mayoría de ingenieros que crean las naves espaciales en Luacesla.
Por último, los Perforadores los hay en menor cantidad y por una guerra que sucedió hace un tiempo, la mayoría están exiliados, desaparecidos o en La Prisión de los Abismos. Ellos son los que tienen las habilidades de poder abrir portales, teletransportarse e incluso manejar asuntos del tiempo y del destino. Es una habilidad muy compleja y por lo mismo en la llamada Guerra de las Mil Sombras se decidió que sus habilidades debían ser selladas. El problema es que esta guerra nos puso aún más en la mira de la Orden del Cosmos. Todo esto ocurrió cuando yo era muy pequeña y no tengo memoria de esto, solo sé que en esa guerra perdieron la vida mis padres y los padres de muchos de los de mi generación.
Sea como sea, como guardiana de la luz, protegeré a mi planeta de entidades externas que quieran intervenir en nuestros procesos evolutivos, proteger el conocimiento que mi planeta guarda en los cristales y ver la vida florecer.
En mi mundo existen tres tipos de guardianes y una seudo-especie de guardián llamada Caballero o Dama Cristal. Los guardianes que son Luciérnagas son los llamados Guardianes de la Luz. En Luacesla hay muchas academias para jóvenes luciérnagas, se empieza a estudiar a la edad de los trece años (*) hasta los veintiún años. Donde nos enseñan lo necesario para controlar nuestras habilidades, pulirlas y educarnos. De entre todas las academias yo escogí La Academia de Luciérnagas Poderosas, porque su educación es la mejor para quienes en nuestra adultez deseamos convertirnos en Guardianes de la Luz.
El tiempo había pasado muy rápido desde que tenía trece años, y ahora a mis veintiún años, ya no quedaba nada para el día en que iba a demostrarle a los grandes maestros de mi mundo que yo era apta para ser Guardiana de la Luz. Aunque claro, había algo fundamental que tenía que lograr: mantener oculto que aunque yo soy una Luciérnaga, soy mitad Perforadora también. Lo que siempre me había traído grandes problemas en la academia, nadie se había enterado, pero pasé por varias situaciones poco agradables. Además que mis habilidades como perforadora eran malas, ya que no había obtenido educación sobre eso. Toda la información de Perforadores había sido sellada y guardada donde pocos podrían acceder a ella, es así como pasé mucho tiempo buscando libros, cristales, logrando muy poco, sí, lo suficiente para que nadie me descubriera, claro, hasta ese momento.
Mi cabello blanco me gustaba llevarlo largo y se ondulaba un poco, mis ojos eran violeta y ese era el color de los perforadores, pero el color se mezclaba un poco con un rosado que hacía que los demás no hicieran muchas preguntas, aunque cuando mis poderes de perforadora salían, mis ojos se volvían de un violeta azul muy intenso, y ese color de ojos sí o sí, pertenecían a un perforador, era por esto que tenía que tener mucho cuidado.
Y así, estaba averiguando mucho sobre aquella prueba, en realidad para todos los que optamos a cualquiera puesto, ya sea Guardián de la Luz, Guardián Celeste o Caballero/Dama Cristal, debíamos dar esa prueba. ¡Era un torneo de enfrentamientos! Y me podía tocar con cualquiera, incluso con un cristatónico.
Ya estaba acostumbrada a enfrentarme a otras Luciérnagas en la Academia, ¿pero a un Cristatónico? Pues no. Eso me preocupaba, porque aunque las Luciérnagas somos más fuertes físicamente, los cristatónicos lo son en lo que tiene que ver con la mente. De hecho, mentalmente las Luciérnagas somos muy vulnerables, somos de personalidades más bien histriónicas, dramáticas. Es por esto que en nuestras academias nos educan emocionalmente, para que nuestras habilidades no se salgan de control. Aunque claro, hay cosas que se pueden aminorar, pero no las puedes hacer desaparecer por completo. Si en el enfrentamiento me tocara contra un Cristatónico Domador, podría estar en grandes problemas. Pasa que los perforadores pueden llegar a ser tan fuertes e incluso más fuertes que los cristatónicos en lo que se refiere a los poderes de la mente, y aunque yo no los tuviera desarrollados, podría como mecanismo de defensa, activarlos en plena batalla, batalla que tendría miles y miles de expectantes.
El enfrentamiento consistía en tres fases; una era un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, y aquí no podía ocupar mis poderes de Luciérnagas; ni volar, ni materializar viento plasmático. Solo podría ocupar un arma a mi elección y yo escogería mi espada, por supuesto. El segundo enfrentamiento era el que me preocupaba, ¡Solo era un enfrentamiento mental! Una maldición para una luciérnaga, se debía probar qué tanto control teníamos, lo que es fundamental para un Guardián y tampoco podría ocupar mis poderes de Luciérnaga. El último enfrentamiento era ocupando todos nuestros poderes, por lo que una luciérnaga tendría la ventaja, pero tampoco se puede subestimar a un cristatónico hábil, ya que podría tener una armadura que le permitiría igualar el poder de una luciérnaga.
Así que estaba averiguando todo para pensar en cómo podría derrotar a un cristatónico, como también descubrir cómo sellar aún más mis poderes de Perforadora, yo siempre había sentido que eran como una maldición. Lo bueno es que tenía un profesor muy bueno, que se había convertido en mi maestro mentor durante los últimos años de la academía, así que en esos momentos me dirigía a su oficina con muchos libros y tabletas de cristales que contenían información decodificada.
—Maestro —le dije yo— ¿Puedo pasar?
—Aura —me dijo— Sí, adelante, justamente estaba terminando de corregir unos exámenes de los de primer año, un horror.
Y mientras decía esto, un fuego comenzó a generarse a su alrededor. De pronto se percató de lo que estaba haciendo y, avergonzado, lo disminuyó.
El Maestro Maes, era un Guardián de la Luz, que se dedicaba también a enseñar. Eso era lo bueno de mi academía, muchos profesores eran directamente Guardianes. Pero Maes tenía el problema de la mayoría de las Luciérnagas, tenía bajo control en sus emociones y en él se reflejaba en su pésimo carácter que, cuando se enojaba, se formaba a su alrededor fuego de un rojo muy intenso. Eso era lo que a él le era más fácil materializar. En mi caso, cuando me ponía muy nerviosa, se generaban luces blancas a mi alrededor.
—Aura —me dijo serio— incluso los guardianes no podemos controlar bien nuestras emociones, pero luchamos con eso siempre para hacer lo que más nos gusta.
Estaba sorprendida, era la primera vez que se estaba sincerando conmigo en algo personal, siempre fue muy estricto y serio, pero yo sentía mucha admiración por él. Debo confesar que hubo un tiempo en el que fue mi crush, mis compañeros me molestaban mucho por eso. ¡Qué vergüenza! Tenía al menos veinte años más que yo, tal vez el sentimiento que tenía hacia él era como el de una sobrina que admira a su tío.
—Sí, maestro —Le dije sonriendo— no se preocupe, ya todos sabemos como es y lo queremos tal cual.
Él sonrió.
—Aura —dijo— cuéntame, ¿cómo te ha ido con tus investigaciones?
—Mmm, más o menos. He encontrado información, pero no la suficiente en los registros de nuestra academía, aunque yo necesito información sobre Cristatónicos y es obvio que en nuestra biblioteca no habrá mucho de ello.
—Es muy buena tu idea de descubrir algún punto débil de ellos, pero para eso tendríamos que espiarlos, registrar sus bibliotecas, tal como dices, en nuestros archivos no habrá mucho. Ellos son muy celosos de su información -dijo Maes.
No podía creer que Maes me estuviera hablando de espiar y hacer trampa.
—Sé lo que piensas —dijo él— y no, no es trampa. ¡Es táctica! Y es parte de la batalla. Tengo una forma de poder acceder a la Academía de Cristatónicos avanzados.
—¿Esa es la mejor Academía de cristatónicos? —Le dije exaltada.
—Sí —Dijo Maes.
—Pero, pero, ¿por qué podríamos entrar?
—Tengo un profesor cristatónico muy cercano ahí. Yo vengo de una familia en la que somos mitad Luciérnagas, por parte de mi padre, y mitad Cristatónicos, por parte de mi madre.
—¿Este profesor es familia de usted? —Le dije curiosa.
—No, era amigo de mi hermano, mi hermano era un Guardián Celeste y falleció en la Guerra de las Mil Sombras -cuando dijo esto su expresión cambió y salieron unas pequeñas chispas amarillas de él- pero mi hermano dejó a dos hijos, sobrinos míos claro. A ellos los he cuidado y me han dado fuerza cuando perdí a mi familia.
Me había bajado un poco de pena y eso se notó un poco y mis luces blancas se volvieron un tanto moradas, pero no sé si lo suficiente para que Maes se diera cuenta.
Maes abrió un poco los ojos, hizo como que no vió nada. Pero luego me dijo.
—Aura —suspiró— no te preocupes —pues se percató mi nerviosismo— Lo sé, sé que tienes poderes de perforadora.
De pronto sentí como si todo mi cuerpo hubiera reaccionado, mi secreto más preciado, no lo era. Mi cuerpo empezó a salirse un poco de control y las luces se volvieron más y más violetas.
—Aura —me dijo acercándose a mí un poco— tranquila, yo conocí a tu padre. Y soy tu profesor más cercano, jamás dejaría que te expulsaran de la academía, eres una excelente alumna y Luciérnaga. Sé muy bien que has trabajado en los sellos.
—¡¿Mi padre?! —Dije muy consternada, no tenía recuerdos de él —¿y cómo supo lo de los sellos? —Todo lo que había hecho no había servido de nada.
—Aura —por favor— Hay muchas cosas que no sabes, pero sabrás a su tiempo. Confía en mí. Muchos te cuidamos en secreto. Y es por esto, que es importante que estés protegida en caso que te toque pelear con un Cristatónico. Ahora debes ser fuerte y moverte, ve hacía tu objetivo y no pares, el resto ya lo verás.
De alguna forma, Maes era alguien en quien sentía seguridad e intenté controlarme, hasta bajar el brillo de mis luces.
—Maestro, seguiré su consejo y al menos sé que mi padre es quien me heredó los poderes de Perforadora. Siempre he tenido esa duda. -Dije un poco triste, era un tema sensible para mí. -Así que supongo que mi madre era Luciérnaga. -¿Se habrá parecido a mí? Pensaba.
—Todo ha sido para protegerte, Aura —ahora Maes estaba con su temple de seriedad, supongo que deseaba transmitir estabilidad- Solo enfócate en lo que debemos hacer, eso haría un buen Guardián -esto último me causó mucha fuerza en mi interior- porque ahora iremos a la Academia de Cristatónicos avanzados.
Suspiré.
—Vamos —le dije decidida.